Mihaela Radulescu
Las esculturas de Rosanna Peyón invitan al espectador a olvidarse que vive en un mundo aparentemente libre de los orígenes, peleando contra las contradicciones de sus propias creaciones. Sus personajes componen una iconografía sincrética: figuras humanas con máscaras o cabezas de animales, fusión de rasgos, depuración de líneas, envolvimiento de amplios ropajes que sugieren misteriosas transformaciones o movimientos rituales, inmovilidad estilizada, cruzando los límites del tiempo. Son formas de pequeño y mediano formato, en plata, bronce y madera, volúmenes que se interpelan y develan un contacto personal con las raíces primigenias del ser humano, que desarrollan la afinidad del sentimiento existencial con lo mágico.
Hay una fuerza que emana de estos personajes inquietantes que recuerda los secretos, tabúes y mitos de cultos antiguos, evitando sin embargo la literalidad y con ello cualquier forma descriptiva o anecdótica. Estas formas herméticas no pertenecen a una cosmogonía conocida, pero aluden a la unidad de la naturaleza y la relación entre los seres vivos que toda cosmogonía pone en la base de su imaginario. Sostienen una proyección humanizada de espíritus surgidos del reino de lo arcaico, lo onírico, lo mágico, lo ancestral. Son símbolos del espacio interior y de sus visiones asociativas. Sus cabezas triangulares, sus cuernos, la predisposición piramidal o circular de sus cuerpos construyen una emblemática con referencias por descubrir.
Para Rosanna Peyón el legado de los orígenes significa en primer lugar la exploración de la naturaleza formativa del material. Las diferentes etapas de su metamorfosis son parte integrante de una metafísica de la creación definida por la tensión entre rígido y flexible, liso y áspero, oscuro y luminoso, llano y volumétrico. Hacer que la plancha se convierta en volumen, que la superficie lisa se vuelva áspera, que el cobre recorra varias edades y sentidos antes de asumir una identidad, que la luminosidad de la plata inicie un juego oscuro entre lo dramático y poético, es hacer que las figuras tengan no sólo una naturaleza significa sino también una vida, parte de la existencia global. La transformación implica de este modo materia o idea, representación y creación.